
Lo conocí hacía muchos años, en concreto en la ciudad de La Coruña, coincidíamos en un congreso de la Abogacía española, fue, aunque para mí seguirá siendo, de esas personas que hacen mella. Recuerdo que nos acostábamos los últimos y nos levantábamos los primeros cuidando de los demás amigos. Con el paso de los años, la amistad se fue fortaleciendo, nos veíamos poco, las cosas como son, pero cuando coincidíamos aprovechábamos el tiempo al máximo.
Recuerdo gratamente un congreso en Valencia del Cid, como se decía hace ya muchísimos años, de Jóvenes Abogados, creo que fue en el año 1995 coincidiendo con la recién redactada Ley de Arrendamientos Urbanos. Lo lleve a los sitios que conocía de la ciudad natal de mi madre. Paseamos por el barrio del Carmen, empezando en el bar El Pilar, las habas no le gustaron, no era de es
extrañar en mi Gijón del alma, las habas de mayo se las daban al ganado. Lo conduje a tomar un "ROCAFUL" bebida que nos sirvieron el la cafetería AQUARIUM, en Gran Vía Marqués del Turia, le convenció, es un combinado de café, hielo frape, clara de huevo batida, brandy (antaño llamado en nuestra España, coñac) y azúcar, todo ello se bate en una coctelera y se sirve en un vasito de cristal. Le invité a tomar la tradicional horchata valenciana en la Horchatería de Santa Catalina, si no la más antigua de la ciudad una de las que más, no paraba de pedir que le pusieran güisqui, y el horchatero que no, que cara ponía de extrañeza.
extrañar en mi Gijón del alma, las habas de mayo se las daban al ganado. Lo conduje a tomar un "ROCAFUL" bebida que nos sirvieron el la cafetería AQUARIUM, en Gran Vía Marqués del Turia, le convenció, es un combinado de café, hielo frape, clara de huevo batida, brandy (antaño llamado en nuestra España, coñac) y azúcar, todo ello se bate en una coctelera y se sirve en un vasito de cristal. Le invité a tomar la tradicional horchata valenciana en la Horchatería de Santa Catalina, si no la más antigua de la ciudad una de las que más, no paraba de pedir que le pusieran güisqui, y el horchatero que no, que cara ponía de extrañeza.
Luego coincidimos en otros puntos de la península o cuando iba a mi tierra nos veíamos, tomábamos unos vinos y hasta otra ocasión.
Cuando fui a Gijón en el año 2008 atrabajar, me lo encontré en varias ocasiones, su despacho y mi primera residencia estaban muy cerca, coincidimos en cenas y me invitó a su sociedad gastronómica a un arroz con perdiz junto con otros compañeros y amigos.
Y después de ese día, no volvía a verlo, se fue, tan rápidamente como cuando se prende una mecha. Supe de él prácticamente día a día, no quería saber nada de nadie, lo respeté, hizo lo que tuvo que hacer en el poco tiempo que le quedó, y se fue.
Aun hoy, cuando vuelvo a mi tierra, pienso que me lo voy a encontrar a la vuelta de cualquier esquina, pero no es así, el se fue pero me dejo grabado en mi su amistad.
Hace un par de semanas, me enteré que su padre había fallecido, no pude asistir ni al tanatorio ni al posterior funeral, pregunté como se encontraba la viuda y madre del que fue, es y será siempre mi amigo, y me dijeron que estaba entera muy entera. Ella admitía que o ella o su marido fallecieran, era ley de vida, lo que nunca superaron fue primero que falleciera su hija y después su hijo.
Hoy he querido recordar a Fernando Gutierrez Castilla, abogado que fue del Ilustre Colegio de Gijón.
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